viernes, 8 de junio de 2012


LIBRE COMPLEJIDAD Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN

“Una nación que tiene miedo de permitir a sus ciudadanos de juzgar lo que es verdadero

o lo que es falso en un mercado abierto es una que tiene miedo de sus ciudadanos”

John F. Kennedy, trigésimo quinto presidente de los EE.UU.

RESUMEN:
Rasgos característicos de nuestro tiempo es la instauración de ideologías como el neoliberalismo, el libre mercado, TLC’s, y claro, la libertad de expresión. Sin embargo, este tipo de políticas, sumadas al enorme crecimiento del poder mediático y a una creciente debilidad de los Estados por  la fragmentación política, configuran amenazas para la democracia. Ahora se ven cuestiones alarmantes con respecto a la capacidad de las sociedades para articularse, de que la concentración de poderes plagados de intereses y corrupción afecta la comunicación y la participación, y de que las autoridades muy poco comprenden la complejidad del accionar mediático. Para contrarrestarlas, se debe permitir legitimar a los medios como objetos primordiales de vigilancia y fiscalización ciudadanas y al hacerlo también permitirse mirar el poder en conjunto. Motivar mayor movilización ciudadana y ejercer la lucha por verdaderos “derechos comunicativos”.

PALABRAS CLAVE:
Liberalismo / neoliberalismo / mercado libre / libertad de expresión / Inclusión / red / comunicación / participación ciudadana

I. UN CONTEXTO CONFLICTIVO
Nuestra era está marcada por un paradigma liberal. La política neoliberalista, la economía del mercado libre, los TLC’s, etc. También tiene su espacio la libertad de expresión, y aquí es donde podemos enfocar el análisis para entender dónde queda la información en estos parámetros que, a pesar de enmarcar una relación de globalización, da la impresión de mantener a las personas más alejadas de su propio contexto.
La libertad de expresión, desde el paradigma liberal, es enfocada desde sus ordenamientos jurídicos, en función de la legalidad vigente, perdiéndose de vista la estructura económica y las relaciones de saber-poder donde están inscriptos aquellos cuerpos legales. La libertad de expresión, quiero decir, es analizada más allá de las desigualdades sociales que son, también, desigualdades culturales.
Para el liberalismo, la libertad de expresión es un derecho fundamental, postulado como una figura que no necesita de mayores rodeos jurídicos, basta con su reconocimiento expreso en la constitución nacional. Cualquier regulación que se apueste sobre la misma será percibida como una restricción a la libertad individual, es decir, como un avasallamiento del Estado.
De manera que debo extender el análisis a procesos mediáticos modernos, como por ejemplo, la concentración de los medios, del poder mediático. Se debe ser claro, se ha constituido una relación de entidades privadas con el mundo también privado de la gente, desde el hogar. Entonces se ha vuelto algo deprimente que el crecimiento del poder mediático no sea significado de desarrollo ciudadano. La corrupción la invade, y los medios requieren comportamientos de transparencia que aun hasta hoy no demuestran. Y encima, como lo decía antes, el Estado simplemente no puede actuar, porque si lo hace la percepción de restricción de los derechos humanos sale a relucir y se convierte en una intención vacía. Además, esta debilidad también tiene que ver a que la clase política no tiene una aceptación popular bien marcada, y por otro lado, los bastiones a los que denominamos partidos políticos muchas veces están tan fraccionados que se pierde seriedad y descubren intereses que no ayudan a su convergencia con la gente.
Por otro lado, y como si fuera poco, desde la matriz liberal tiende a circunscribirse la libertad de expresión a los medios de comunicación existentes, es decir, al acceso -efímero y transitorio- a un espacio ajeno y comercialmente regulado. De allí que la libertad de prensa sea otra forma de nombrar a la libertad de empresa, de comercializar las ideas. Con todo, la información se vuelve una mercancía producida por las “industrias culturales” en la “sociedad del espectáculo”.
Los patrones de la actividad actual con respecto a estos temas están muy marcados, y dentro de la estructura o escala de valores que le dan sentido a la vida cotidiana de tales sectores podemos destacar, entre otros, los siguientes indicadores:
~        -El egoísmo posesivo, en nombre de la propiedad privada
~        -El afán de lucro o la avaricia en nombre de la libertad de empresa
~        -El tener y consumismo efímero, fundado en necesidades artificiales
~        -El facilismo y la vida cómoda a partir status privilegiado
~        -La jerarquía y el monopolio del saber, basado en el elitismo.
~        -La patología comunicacional y las distorsiones informativas, confundidas con la libertad de expresión.

II. ¿LÍMITES DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN?

Como pudimos ver, la finalidad del paradigma liberal, consiste en reinventar a la libertad de expresión desde el mercado, es decir, se pretende equiparar a la información a cualquier mercancía que se compra y se vende libremente en cualquier mercado. El mercado periodístico actúa como un sistema de libre regulación (sin necesidad de la injerencia del Estado), un mecanismo de asignación de la palabra en función de los emprendimientos individuales. Es parte del supuesto que los ciudadanos tienen la misma posibilidad de expresarse libremente y que esa expresión necesita tan sólo del esfuerzo individual y del discernimiento para poder hacerlo. Se pierde de vista el contexto desigual de los actores pero también las oportunidades ventajosas que tienen otros actores para dar forma al debate público cuando son sustraídos los otros actores que están en desventaja respecto de los otros.
Tampoco es que el Estado puede hacer lo que quiera con los actores periodísticos. Lo que se vive en Ecuador es un ejemplo que tiene muchos matices por tocar. Pero siendo claros, aquí el Estado saco a relucir esa característica de “agente regulador”, enviando a la cárcel a cuanto periodista estaba en su contra y “difamaba” un supuesto “Estado de Derecho”. Tal vez algunos de sus discursos tenían fundamento. Y podemos revisar casos en que los periodistas suelen venderse para hacer daño y generar prejuicios, como aquellos negociados con oportunismo preelectoral al que estamos acostumbrados en nuestro país. Pero eso tampoco puede ser una excusa para limpiarse de la crítica. Que es otro aspecto a tratar, pues en una sociedad “libre” la discusión debe tener significado positivo, participación positiva y resultados positivos. Esto me lleva a pensar en las movilizaciones sociales que se impulsan a través de los medios. Si necesitamos replantear la labor de los medios entonces muchas veces estas movilizaciones caen en juicios muy contradictorios, aunque puede decirse también que esta falta de diálogo y de regulación imparcial conlleva a que ciertos sectores busquen su “autogobierno”.
Vemos que la libertad de expresión es una arme de doble filo. La cuestión es saber manejarla y entender que con ella podemos ser activistas del cambio social o de un modelo de dominación casi “invisible”. No podemos excusarnos en ella para ofrecer libertades que solo son cuestiones de intereses económicos, y tampoco para producir una afasia en la ciudadanía.

III. NUEVA RACIONALIDAD COMUNICATIVA

Los objetivos estratégicos que apuntan al cambio estructural, necesitan establecer mediaciones pedagógicas, comunicacionales y organizativas. Es decir, se requiere cambiar de mentalidad, construir nuevos valores, elevar el nivel de consciencia, construir estrategias comunicativas integrales y formas de organización y participación no burocratizadas.
Todo ello implica, entre otras cosas, desarrollar una pedagogía o didáctica política y una “comunicación libre de coerción”:
- Libertad real de opinión, libre circulación de las ideas, libre acceso a los medios.
- Construcción de visiones compartidas o consensos activos sobre la base de diálogo de saberes, debates y discusiones libres de compulsión psicológicas (descalificaciones, maledicencia y corrillos).
- Desarrollo de actitudes comunicacionales: saber oír y respetar la palabra del otro.
- Ética comunicativa, haciendo transparente las diferencias, no apabullar con el discurso.
Estas premisas forman parte de los elementos constitutivo de la CULTURA DEL DEBATE, rasgos básicos de una NUEVA CULTURA POLÍTICA, en donde se reivindica un clima propicio para profundizar la discusión: donde los contenidos vertidos en la discusión se asumen como veraces, son inteligibles para los participantes; existan criterios y normas que garantizan tomar en cuenta la palabra del otro, reivindicando la diversidad y la divergencia; y a fuerza de los argumentos, la consistencia y congruencia de las proposiciones deben ser criterios a tomar en cuenta en las decisiones.
Otros iniciativas comunicativas importantes la representan los programas universitarios, los equipos profesionales y los diversos observatorios y veedurías que demuestran actitudes de libertad y de regulación: como monitoreos y vigilancia de medios, las consultas ciudadanas, eventos públicos de discusión, capacitación y talleres educativos, su aparición en los medios, su participación desde internet, y su coordinación con otras instituciones similares. Así también no podemos olvidar que necesitan capacitarse en temas legales, si es que se quiere incurrir en un objetivo generalmente mal visto pero que por lo expuesto aquí suena necesario: una ley adecuada para los medios de comunicación.
La intervención “imperialista” en países como el nuestro, pasa por el desarrollo de una agenda, que es reciclada permanentemente en los medios llevando al desencanto e intentando deslegitimar el proceso de cambio. Ante el desarrollo de dicha agenda debe existir una respuesta global de parte del movimiento ciudadano (tanto de la esfera del gobierno como del movimiento popular)al que reitero debe tener un sentido integrador, para no tener un comportamiento solamente reactivo. Es indispensable responder puntualmente algunos ataques, pero debe existir una estrategia preventiva que impida que se imponga como matriz de opinión lo que le interesa al imperio.
Y no sólo pensar en la consolidación de este tipo de rasgos comunicativos en cada país. Sino también pensar en una tendencia latinoamericana o mundial respecto a los mismos y que tenga impacto en la clase política y el Estado. Por lo visto, la dinámica mundial ha cambiado, y por lo tanto debemos preocuparnos como medios y como ciudadanos en lograr conquistas democráticas y sociales para la integración mundial, una representatividad autentica y no solo circunscrita en una “libertad de expresión”, la cual debe ser de algún modo regulada. Podríamos acaso tener un gran aliado en la red, que a pesar de sus desventajas son motores del cambio, y más que eso, del intercambio. La palabrita comunicación debe elaborar imágenes éticas en las mentes de las personas y por lo menos, algunos senderos ya se empiezan a transitar.

SÍNTESIS CONCLUSIVA

Las sociedades que nos tocan son complejas. Esa complejidad tiene múltiples razones. Algunas de esas razones apuntan directamente al sistema capitalista y sumodelo neoliberal que han terminado polarizando, segregando y compartimentado a lasociedad. Otras tienen que ver con el descompromiso y desmantelamiento del Estado (ajuste, achicamiento, desregulaciones), pero también con el déficit de representación (crisis de los partidos tradicionales para agregar los intereses de los distintos sectores y grupos de la sociedad), o con la incapacidad del sistema político para canalizar las distintas voces de la sociedad.
Y en este marco, lo que denominamos libertad de expresión se vuelve un asunto por demás complejo. El regular o no se debe a muchos factores y al contexto en general. De tal manera que para sobrepasar las vallas ideológicas y prejuiciosas con respecto a las acciones comunicativas es necesario diseñar cuerpos institucionales que se adhieran a una búsqueda común de la nueva inclusión de la ciudadanía en cuestiones sociales, diversificando su actuar en medios tradicionales y alternativos, y recurriendo a monitoreos intensos alrededor de los mismos. Concretamente, en ese vecindario que es hoy la sociedad internacional podemos contribuir a la mencionada inclusión sea como receptores activos de los medios de comunicación o bien formando parte de las numerosas grupos de discusión o simplemente favoreciendo, día a día, encuentros interculturales a través de la red.

REFERENCIAS:
Fiss, Owen M.; Libertad de expresión y estructura social. Distribuciones Fontamara, México, 1997.
Fiss, Owen M; La ironía de la libertad de expresión. Gedisa Editorial, Barcelona, 1999.

ENLACES:

VIDEOS:

Limites de la libertad de expresión


Límites de la Libertda de expresión 2

AUDIO:

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