LIBRE COMPLEJIDAD Y LIBERTAD
DE EXPRESIÓN
“Una
nación que tiene miedo de permitir a sus ciudadanos de juzgar lo que es
verdadero
o lo que
es falso en un mercado abierto es una que tiene miedo de sus ciudadanos”
John F. Kennedy, trigésimo quinto
presidente de los EE.UU.
RESUMEN:
Rasgos
característicos de nuestro tiempo es la instauración de ideologías como el
neoliberalismo, el libre mercado, TLC’s, y claro, la libertad de expresión. Sin
embargo, este tipo de políticas, sumadas al enorme crecimiento del poder
mediático y a una creciente debilidad de los Estados por la fragmentación política, configuran amenazas
para la democracia. Ahora se ven cuestiones alarmantes con respecto a la
capacidad de las sociedades para articularse, de que la concentración de
poderes plagados de intereses y corrupción afecta la comunicación y la
participación, y de que las autoridades muy poco comprenden la complejidad del
accionar mediático. Para contrarrestarlas, se debe permitir legitimar a los
medios como objetos primordiales de vigilancia y fiscalización ciudadanas y al
hacerlo también permitirse mirar el poder en conjunto. Motivar mayor
movilización ciudadana y ejercer la lucha por verdaderos “derechos
comunicativos”.
PALABRAS
CLAVE:
Liberalismo / neoliberalismo / mercado libre / libertad de expresión / Inclusión / red / comunicación / participación ciudadana
I. UN
CONTEXTO CONFLICTIVO
Nuestra era está
marcada por un paradigma liberal. La política neoliberalista, la economía del
mercado libre, los TLC’s, etc. También tiene su espacio la libertad de
expresión, y aquí es donde podemos enfocar el análisis para entender dónde
queda la información en estos parámetros que, a pesar de enmarcar una relación
de globalización, da la impresión de mantener a las personas más alejadas de su
propio contexto.
La libertad de
expresión, desde el paradigma liberal, es enfocada desde sus ordenamientos
jurídicos, en función de la legalidad vigente, perdiéndose de vista la estructura
económica y las relaciones de saber-poder donde están inscriptos aquellos cuerpos
legales. La libertad de expresión, quiero decir, es analizada más allá de las desigualdades
sociales que son, también, desigualdades culturales.
Para el
liberalismo, la libertad de expresión es un derecho fundamental, postulado como
una figura que no necesita de mayores rodeos jurídicos, basta con su reconocimiento
expreso en la constitución nacional. Cualquier regulación que se apueste sobre
la misma será percibida como una restricción a la libertad individual, es decir,
como un avasallamiento del Estado.
De manera que
debo extender el análisis a procesos mediáticos modernos, como por ejemplo, la
concentración de los medios, del poder mediático. Se debe ser claro, se ha
constituido una relación de entidades privadas con el mundo también privado de
la gente, desde el hogar. Entonces se ha vuelto algo deprimente que el
crecimiento del poder mediático no sea significado de desarrollo ciudadano. La
corrupción la invade, y los medios requieren comportamientos de transparencia
que aun hasta hoy no demuestran. Y encima, como lo decía antes, el Estado
simplemente no puede actuar, porque si lo hace la percepción de restricción de
los derechos humanos sale a relucir y se convierte en una intención vacía.
Además, esta debilidad también tiene que ver a que la clase política no tiene
una aceptación popular bien marcada, y por otro lado, los bastiones a los que
denominamos partidos políticos muchas veces están tan fraccionados que se
pierde seriedad y descubren intereses que no ayudan a su convergencia con la
gente.
Por otro lado, y
como si fuera poco, desde la matriz liberal tiende a circunscribirse la
libertad de expresión a los medios de comunicación existentes, es decir, al
acceso -efímero y transitorio- a un espacio ajeno y comercialmente regulado. De
allí que la libertad de prensa sea otra forma de nombrar a la libertad de
empresa, de comercializar las ideas. Con todo, la información se vuelve una
mercancía producida por las “industrias culturales” en la “sociedad del
espectáculo”.
Los patrones de
la actividad actual con respecto a estos temas están muy marcados, y dentro de la estructura o escala de valores
que le dan sentido a la vida cotidiana de tales sectores podemos destacar,
entre otros, los siguientes indicadores:
~ -El egoísmo
posesivo, en nombre de la propiedad privada
~ -El afán de
lucro o la avaricia en nombre de la libertad de empresa
~ -El tener y consumismo
efímero, fundado en necesidades artificiales
~ -El facilismo
y la vida cómoda a partir status privilegiado
~ -La jerarquía
y el monopolio del saber, basado en el elitismo.
~ -La patología
comunicacional y las distorsiones informativas, confundidas con la libertad de
expresión.
II. ¿LÍMITES DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN?
Como pudimos
ver, la finalidad del paradigma liberal, consiste en reinventar a la libertad
de expresión desde el mercado, es decir, se pretende equiparar a la información
a cualquier mercancía que se compra y se vende libremente en cualquier mercado.
El mercado periodístico actúa como un sistema de libre regulación (sin
necesidad de la injerencia del Estado), un mecanismo de asignación de la
palabra en función de los emprendimientos individuales. Es parte del supuesto
que los ciudadanos tienen la misma posibilidad de expresarse libremente y que
esa expresión necesita tan sólo del esfuerzo individual y del discernimiento
para poder hacerlo. Se pierde de vista el contexto desigual de los actores pero
también las oportunidades ventajosas que tienen otros actores para dar forma al
debate público cuando son sustraídos los otros actores que están en desventaja
respecto de los otros.
Tampoco es que
el Estado puede hacer lo que quiera con los actores periodísticos. Lo que se
vive en Ecuador es un ejemplo que tiene muchos matices por tocar. Pero siendo
claros, aquí el Estado saco a relucir esa característica de “agente regulador”,
enviando a la cárcel a cuanto periodista estaba en su contra y “difamaba” un
supuesto “Estado de Derecho”. Tal vez algunos de sus discursos tenían
fundamento. Y podemos revisar casos en que los periodistas suelen venderse para
hacer daño y generar prejuicios, como aquellos negociados con oportunismo
preelectoral al que estamos acostumbrados en nuestro país. Pero eso tampoco
puede ser una excusa para limpiarse de la crítica. Que es otro aspecto a
tratar, pues en una sociedad “libre” la discusión debe tener significado
positivo, participación positiva y resultados positivos. Esto me lleva a pensar
en las movilizaciones sociales que se impulsan a través de los medios. Si
necesitamos replantear la labor de los medios entonces muchas veces estas
movilizaciones caen en juicios muy contradictorios, aunque puede decirse
también que esta falta de diálogo y de regulación imparcial conlleva a que
ciertos sectores busquen su “autogobierno”.
Vemos que la
libertad de expresión es una arme de doble filo. La cuestión es saber manejarla
y entender que con ella podemos ser activistas del cambio social o de un modelo
de dominación casi “invisible”. No podemos excusarnos en ella para ofrecer
libertades que solo son cuestiones de intereses económicos, y tampoco para
producir una afasia en la ciudadanía.
III. NUEVA RACIONALIDAD COMUNICATIVA
Los objetivos estratégicos que apuntan al cambio estructural,
necesitan establecer mediaciones pedagógicas, comunicacionales y organizativas.
Es decir, se requiere cambiar de mentalidad, construir nuevos valores, elevar
el nivel de consciencia, construir estrategias comunicativas integrales y
formas de organización y participación no burocratizadas.
Todo ello
implica, entre otras cosas, desarrollar una pedagogía o didáctica política y
una “comunicación libre de coerción”:
- Libertad real
de opinión, libre circulación de las ideas, libre acceso a los medios.
- Construcción
de visiones compartidas o consensos activos sobre la base de diálogo de
saberes, debates y discusiones libres de compulsión psicológicas
(descalificaciones, maledicencia y corrillos).
- Desarrollo de
actitudes comunicacionales: saber oír y respetar la palabra del otro.
- Ética
comunicativa, haciendo transparente las diferencias, no apabullar con el
discurso.
Estas premisas
forman parte de los elementos constitutivo de la CULTURA DEL DEBATE, rasgos
básicos de una NUEVA CULTURA POLÍTICA, en donde se reivindica un clima propicio
para profundizar la discusión: donde los contenidos vertidos en la discusión se
asumen como veraces, son inteligibles para los participantes; existan criterios
y normas que garantizan tomar en cuenta la palabra del otro, reivindicando la
diversidad y la divergencia; y a fuerza de los argumentos, la consistencia y
congruencia de las proposiciones deben ser criterios a tomar en cuenta en las
decisiones.
Otros iniciativas
comunicativas importantes la representan los programas universitarios, los
equipos profesionales y los diversos observatorios y veedurías que demuestran
actitudes de libertad y de regulación: como monitoreos y vigilancia de medios,
las consultas ciudadanas, eventos públicos de discusión, capacitación y
talleres educativos, su aparición en los medios, su participación desde
internet, y su coordinación con otras instituciones similares. Así también no
podemos olvidar que necesitan capacitarse en temas legales, si es que se quiere
incurrir en un objetivo generalmente mal visto pero que por lo expuesto aquí suena
necesario: una ley adecuada para los medios de comunicación.
La intervención “imperialista”
en países como el nuestro, pasa por el desarrollo de una agenda, que es
reciclada permanentemente en los medios llevando al desencanto e intentando
deslegitimar el proceso de cambio. Ante el desarrollo de dicha agenda debe
existir una respuesta global de parte del movimiento ciudadano (tanto de la
esfera del gobierno como del movimiento popular)al que reitero debe tener un
sentido integrador, para no tener un comportamiento solamente reactivo. Es
indispensable responder puntualmente algunos ataques, pero debe existir una
estrategia preventiva que impida que se imponga como matriz de opinión lo que
le interesa al imperio.
Y no sólo pensar
en la consolidación de este tipo de rasgos comunicativos en cada país. Sino también
pensar en una tendencia latinoamericana o mundial respecto a los mismos y que
tenga impacto en la clase política y el Estado. Por lo visto, la dinámica
mundial ha cambiado, y por lo tanto debemos preocuparnos como medios y como
ciudadanos en lograr conquistas democráticas y sociales para la integración
mundial, una representatividad autentica y no solo circunscrita en una “libertad
de expresión”, la cual debe ser de algún modo regulada. Podríamos acaso tener
un gran aliado en la red, que a pesar de sus desventajas son motores del cambio,
y más que eso, del intercambio. La palabrita comunicación debe elaborar imágenes
éticas en las mentes de las personas y por lo menos, algunos senderos ya se empiezan
a transitar.
SÍNTESIS CONCLUSIVA
Las sociedades que
nos tocan son complejas. Esa complejidad tiene múltiples razones. Algunas de
esas razones apuntan directamente al sistema capitalista y sumodelo neoliberal
que han terminado polarizando, segregando y compartimentado a lasociedad. Otras
tienen que ver con el descompromiso y desmantelamiento del Estado (ajuste,
achicamiento, desregulaciones), pero también con el déficit de representación (crisis
de los partidos tradicionales para agregar los intereses de los distintos
sectores y grupos de la sociedad), o con la incapacidad del sistema político
para canalizar las distintas voces de la sociedad.
Y en este marco,
lo que denominamos libertad de expresión se vuelve un asunto por demás complejo.
El regular o no se debe a muchos factores y al contexto en general. De tal
manera que para sobrepasar las vallas ideológicas y prejuiciosas con respecto a
las acciones comunicativas es necesario diseñar cuerpos institucionales que se
adhieran a una búsqueda común de la nueva inclusión de la ciudadanía en
cuestiones sociales, diversificando su actuar en medios tradicionales y
alternativos, y recurriendo a monitoreos intensos alrededor de los mismos. Concretamente,
en ese vecindario que es hoy la sociedad internacional podemos contribuir a la
mencionada inclusión sea como receptores activos de los medios de comunicación
o bien formando parte de las numerosas grupos de discusión o simplemente
favoreciendo, día a día, encuentros interculturales a través de la red.
REFERENCIAS:
Fiss, Owen M.; Libertad de expresión y estructura social. Distribuciones
Fontamara, México, 1997.
Fiss, Owen M; La ironía de la libertad de expresión. Gedisa
Editorial, Barcelona, 1999.
ENLACES:
VIDEOS:
Limites de la libertad de expresión
Límites de la Libertda de expresión 2
AUDIO:
Rogger,
ResponderEliminarTu trabajo es bueno, tu material también.